Hace 70 años que se descubrieron las pinturas rupestres de la cueva de Lascaux, situada en el pueblo de Montignac-sur-Vézère en Dordoña, en el sur de Francia, de manera casual por cuatro adolescentes el 12 de septiembre de 1940. Obra maestra del arte prehistórico, fue realizada hace aproximadamente 17.000 años. Esta cavidad se extiende a lo largo de unos 200 metros y consta de salas más o menos circulares que se alternan con galerías-corredores.
“La gruta era un lugar neutro, obscuro, en donde ellos podían trasmitir, quizá al más allá, las imágenes de su propia concepción del mundo. Eran lugares que visitaban de manera ocasional, precisamente para entrar en contacto con esas imágenes. Y nos damos cuenta que los autores de los dibujos habían inventado ya la perspectiva, aprendido la totalidad de las técnicas de aplicación de pigmentos, de grabado, los frescos, el diluido sobre la piedra. En resumen: eran grandes artistas que tenían un gran dominio artístico...”, ha dicho Jean-Michel Geneste, director del Centro Nacional de Prehistoria..
La cueva se cerró al público en 1963 por la aparición de algas verdes que amenazaban los frescos. Los visitantes pueden acceder desde 1983 a una copia, situada a unos cientos de metros de la original. Amenazada de nuevo por la aparición de hongos que manchan sus paredes, la cueva original no abre sus puertas más que en contadas ocasiones.
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