Kepler-78b
es un 20% más grande que la Tierra y tiene un 70% más de masa, una densidad
similar y una composición muy parecida, de hierro y roca. Ilustración de David A. Aguilar (CfA)
La búsqueda de un
gemelo de la Tierra más allá de los límites del Sistema Solar, ha dado un nuevo
e importante paso. A unos 400 años luz, en la constelación del Cisne, se ha
descubierto el primer planeta del tamaño de la Tierra que tiene una composición
rocosa como el nuestro. Astrónomos de las universidades de Hawái y Ginebra han investigado el Kepler-78b y han
obtenido datos muy similares sobre sus características, determinando con
precisión la masa y el radio. Lo describen como un planeta que no debería
existir, porque de acuerdo con las teorías de formación de planetas, no habría
sido capaz de formarse tan cerca de su estrella, ni haberse movido hasta allí.
Sin embargo, aunque es un lugar que no puede albergar vida, es un paso más en
la búsqueda de un auténtico gemelo de la Tierra.
El Kepler-78b se asemeja a
nuestro mundo, pero es un infierno en llamas. Al orbitar su estrella tan cerca,
la temperatura está entre los 3.000 y 5.000 grados centígrados. Cada 8,5 horas da
una vuelta completa, en lugar de los 365 días que tarda la Tierra en dar la
vuelta al Sol. Ilustración de Karen Teramura
(UHIfA)
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