Si la vista de un niño que
sostiene un arma mortal nos molesta, es una emoción que vale la pena explorar. Si
no nos molesta, vale la pena explorarla aún más.
La masacre de la Escuela Primaria de Sandy Hook fue un atentado que ocurrió el 14 de
diciembre de 2012 en Newtown, Connecticut, Estados Unidos, que conmocionó al
país y marcó a los habitantes de esa localidad. Hubo 26 fallecidos en el tiroteo,
de los que 20 eran niños, de 5 y 6 años de edad, y 6 adultos. En estas fechas
se revive la tragedia, la pesadilla está todavía muy presente y las heridas
siguen abiertas. Sin embargo, para la mayoría de la gente ajena a este suceso, el
hecho ha quedado en las noticias, como algo que aconteció el año pasado y es
capaz de olvidarlo. Cerca de 32.000
personas han sido asesinadas con armas de fuego este año. Una persona es
asesinada cada 17 minutos y, cuando esto sucede, es la familia y el entorno
quien lo sufre. Y esto puede pasar de nuevo porque el sistema no ha sido
modificado.
El fotógrafo
Greg Cohen presenta una exposición incómoda de ver en la galería The Perfect
Exposure de Los Ángeles, con la intención de mover conciencias y azuzar el
debate nacional sobre el acceso a las armas de fuego. Cohen, natural de Newtown,
planteó el proyecto de armar a un grupo de niños con pistolas y fusiles de
plástico para reivindicar, a fuerza de imágenes, medidas que pongan coto al uso
de las armas. Vivimos en un mundo completamente insensibilizado a las armas y a
la violencia. Tenemos que volver a sensibilizarnos, necesitamos cambiar.
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