Herbert Meyrl/Proyecto GAM
El grupo de
exploración subacuática del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM), logró conectar el pasado 10 de enero, después de una
temporada de trabajo de 10 meses, la conexión de dos de los sistemas de cuevas
inundadas más grandes del mundo, conocidos como Sac Actun (263 km) y Dos Ojos
(84 km) en Tulum, en la Riviera Maya de México, dando como resultado una cueva
subacuática de 347 kilómetros. De acuerdo a las normas de espeleología, cuando
dos sistemas de cuevas se conectan, la cueva más grande absorbe a la más
pequeña, por lo que el nombre de esta última desaparece. Así pues, el sistema
Sac Actun (cueva blanca en maya) es considerado ahora el más grande del mundo.
Ahora la meta es conectar a Sac Actun con los otros tres sistemas de cuevas
subacuáticas, los cuales están muy cerca uno del otro, localizados en el
municipio del Tulum.
Estos cientos de
kilómetros de pasajes subterráneos se han convertido en verdaderos túneles del
tiempo y resguardan, entre otras cosas, la historia remota y reciente de Quintana Roo. “Esta inmensa cueva
representa el sitio arqueológico sumergido más importante del mundo, ya que
cuenta con más de un centenar de contextos arqueológicos, entre los que se
encuentran evidencia de los primeros pobladores de América, así como de fauna
extinta y por supuesto, de la cultura maya.” Asegura Guillermo de Anda, investigador
del Instituto Nacional de Antropología e Historia y director del Gran Acuífero
Maya.
Este hallazgo es
muy valioso, además, porque da pie y sustento a una gran biodiversidad que
depende de este sistema enorme y representa una gran reserva de agua dulce que
ha dado vida a esta región de la península de Yucatán, desde tiempos
inmemoriales hasta nuestros días. Con este y otros esfuerzos, el GAM busca
entender mejor el subsuelo, su biodiversidad y la relación del ser humano con
el objetivo de lograr un adecuado aprovechamiento de los recursos naturales que
dependen de este acuífero.
Los cenotes (del maya dzonoot: ‘hoyo con
agua'), como se conoce en México a los inmensos hundimientos acuíferos u ojos de
agua, ocupaban un lugar central en la cosmogonía maya. Eran
el inframundo y el tercer nivel del universo maya, después del cielo
y la tierra, pero sin una connotación negativa como el infierno del
cristianismo. "Es una región muy poderosa, mágica, donde reina lo
sobrenatural, donde habitaban los dioses y las deidades, donde convive lo bueno
y lo malo, y era también de donde surgían los hombres", relata el
investigador Guillermo de Anda. Los cenotes eran el escenario principal del
mito de la creación de esa civilización, que se extendió desde el sureste de México
hasta Honduras y El Salvador.
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