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El Comité Noruego del Nobel ha decidido otorgar conjuntamente el Premio Nobel de la Paz 2018 a Denis Mukwege y Nadia Murad por sus esfuerzos para poner fin al uso de la violencia sexual como arma de guerra y conflicto armado. Ambos galardonados han hecho una contribución crucial para centrar la atención en un grave problema largamente descuidado y combatir estos crímenes de guerra.
El médico Denis Mukwege, de 63 años, ha pasado gran parte de su vida ayudando a las víctimas de
violencia sexual en la República Democrática del Congo. En 1999 fundó, gracias
al apoyo de las organizaciones de ayuda internacional, el hospital de Panzi, en
la ciudad de Bukavu, al este del país. El Dr. Mukwege y su equipo han intervenido
a miles de pacientes que han sido víctimas de tales agresiones. La mayoría
de los abusos se cometieron en el contexto de una larga guerra civil que costó
la vida a más de seis millones de congoleños. Él ha condenado
repetidamente la impunidad por la violación masiva y ha criticado al gobierno
congoleño y a otros países por no hacer lo suficiente para detener el uso de la
violencia sexual contra las mujeres como estrategia y arma de guerra.
Nadia Murad es
miembro de la minoría yazidi en el norte de Irak, donde vivía con su familia en
pueblo de Kocho. En agosto de 2014, los yihadistas del Dáesh
lanzaron un brutal ataque contra las aldeas del distrito de Sinjar, destinado a
exterminar a la población yazidi. En el pueblo de Nadia Murad, varios
cientos de personas fueron masacradas. Las mujeres más jóvenes, incluidas niñas,
fueron secuestradas y mantenidas como esclavas sexuales. Mientras estaba
cautiva, fue sometida repetidamente a violaciones y otros abusos
Nadia fue una de
las aproximadamente 3.000 niñas y mujeres yazidíes que fueron víctimas de
violaciones y otros abusos por parte del ejército de Dáesh. Los abusos
fueron sistemáticos, como parte de una estrategia militar en la lucha contra
los yazidíes y otras minorías religiosas.
Después de una
pesadilla de tres meses, logró huir. Tras su fuga, decidió hablar
abiertamente sobre lo que había sufrido. En 2016, con tan solo 23 años,
fue nombrada la primera Embajadora de Buena Voluntad de las Naciones Unidas
para la Dignidad de los Supervivientes de la Trata de Personas.
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