Pablo Milanés, cantautor fundacional de la Nueva Trova Cubana, nos dejó en la madrugada de este martes. “La vida no vale nada / si no es para perecer / porque otros puedan tener / lo que uno disfruta y ama”. milanespablo
Pablo Milanés, que ha muerto en Madrid, tras sufrir los avisos lentos que conspiraron contra su salud, era uno de los grandes cantautores que hicieron de la biografía de sus nombres propios, de sus amores, de sus desengaños, la razón de sus melodías. En esa música (es decir, en lo que había de palabras en la música) estaba la rabia de haber perdido, de haber dejado en la huella de desamor la mayor pasión de todas, la que lleva a la añoranza o al suicidio. La que, al fin, fue melodía y se llamó Yolanda.
Escuchar cantar a Pablo Milanés, en los distintos grados de melancolía que tuvieron sus letras, era tocar un universo de corazones parecidos, pues cuando uno escucha una canción de amor (es decir, también de despedida) está juntándose al menos por tres minutos con el corazón del que la compuso y la quiso como testimonio de la soledad (o de la alegría) que estrenaba.
Esto no puede ser no más que una canción / Quisiera
fuera una declaración de amor / Romántica sin reparar en formas tales
/ Que ponga un freno a lo que siento ahora a raudales / Te amo
/ Te amo / Eternamente, te amo) / Si me faltaras no voy a morirme
/ Si he de morir quiero que sea contigo / Mi soledad se siente
acompañada / Por eso a veces sé que necesito / Tu mano / Tu mano
/ Eternamente, tu mano / Cuando te vi sabía que era cierto
/ Este temor de hallarme descubierto / Tú me desnudas con siete
razones / Me abres el pecho siempre que me colmas / De amores
/ De amores / Eternamente de amores / Si alguna vez me siento
derrotado / Renuncio a ver el sol cada mañana / Rezando el credo que
me has enseñado / Miro a tu cara y digo en la ventana / Yolanda
/ Yolanda / Eternamente, Yolanda / Yolanda / Eternamente,
Yolanda / Eternamente, Yolanda.
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