“La caída del hiyab es la caída de la bandera de la República Islámica”, dijo Hossein Jatali, clérigo aliado del ayatolá Jamenei y miembro de la Comisión de Cultura del Parlamento iraní. Jamenei sabe que anular la obligatoriedad del hiyab abrirá la puerta a la libertad, y que muchos iraníes lo interpretarán como una señal de vulnerabilidad, no como un acto de magnanimidad. Reuters
Las protestas en Irán, que ya van por su tercer mes, son una batalla por el cambio frente a un régimen envejecido y aislado, decidido a mantener su poder y con 43 años de barbarie a sus espaldas. Estas comenzaron a raíz de la muerte, el 16 de septiembre, de una iraní de origen kurdo de 22 años, Mahsa Amini, tras ser detenida por la policía de la moral por infringir presuntamente las normas sobre el hiyab.

Como muchos regímenes autocráticos, la República Islámica ha
gobernado desde hace mucho tiempo a través del miedo, pero hay crecientes
indicios de que el miedo se está disipando. La pregunta ya no es si esto
sucederá, sino cuándo. La historia nos ha enseñado que existe una relación
indirectamente proporcional entre la valentía de una oposición y la
determinación de un régimen, y que el colapso del autoritarismo a menudo pasa
de ser inconcebible a ser inevitable en cuestión de días.
El sociólogo Charles Kurzman escribió en su obra, The Unthinkable Revolution in Iran, que la paradoja de los movimientos
revolucionarios es que no son viables hasta que consiguen el apoyo de una masa
crítica; pero que, para conseguir el apoyo de una masa crítica, tienen que ser
percibidos como viables.
Fuente: nytimes
No hay comentarios:
Publicar un comentario