En las extensas
ruinas mayas de Xultun, Guatemala, un equipo de arqueólogos
norteamericanos han escavado una pequeña habitación de madera
pintada, que data de principios del siglo IX d.C. Las paredes y el
techo de la sala están pintadas con varias figuras humanas. Dos
paredes también exhiben un gran número de jeroglíficos incisos en
negro y rojo. Muchos de estos jeroglíficos están relacionados con
el ciclo natural y con los cálculos astronómicos, incluyendo, al
menos, dos tablas relativas al movimiento de la Luna y, tal vez, a
Marte y Venus.
Números relacionados con el calendario
maya
"Lo más
interesante es que ahora vemos que los mayas estaban haciendo estos
cálculos cientos de años antes de que se registraran en los
códices, en lugares que no era el papel de corteza", ha
afirmado uno de los expertos, que, de acuerdo con su tesis, el
calendario maya no tiene término, es un ciclo que donde acaba vuelve
a empezar y se perpetúa millones de años. La civilización maya
tenía una concepción cíclica del tiempo. Lo asombroso del
hallazgo es cómo se han podido conservar estas pinturas primitivas
en un habitáculo que ha pasado siglos enterrado a un metro de la
superficie.
La vivienda donde apareció el
calendario mural
Fuentes: Science, ABC, El País, The Guardian
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