El 30 de mayo los
cazadores furtivos mataron a Satao, uno de los elefantes más queridos del parque
nacional de Tsavo, Kenia, conocido por sus enormes colmillos. Una de
las flechas envenenadas entró por su costado izquierdo y no tuvo ninguna posibilidad
de sobrevivir. El cadáver lo encontraron el 2 de junio. Los cazadores mutilaron la cabeza para extraerle los colmillos, por lo que fue identificado por las orejas
y el barro apelmazado en el cuerpo, similar al observado cuando estaba vivo.
"Satao está
muerto, asesinado por una flecha envenenada de un cazador furtivo para alimentar la demanda aparentemente insaciable de marfil en países lejanos.
Una gran vida perdida para que alguien que está lejos pueda tener una baratija
en su repisa de la chimenea", dijo en un comunicado Tsavo Trust, una organización sin fines
de lucro que protege la vida salvaje. "Descansa en paz, viejo amigo, te
echaremos de menos".
Debido a su
tamaño y enormes colmillos, Satao era una celebridad en Kenia. Pero el marfil
fue su perdición. Su cadáver fue encontrado cruelmente mutilado. Como Satao, en lo que va de año, más de 90
elefantes han sido asesinados en territorio keniano. Según datos de la
organización TRAFFIC, 2011 fue el “annus horribilis” para la vida de los
elefantes con más de 2.500 muertes a manos de furtivos en todo el continente
africano. Solo en los últimos 10 años, la población de elefante africano de
bosque se ha reducido en un 60 por ciento.
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