viernes, 28 de octubre de 2016

El arte de Clara Peeters




Bodegón con quesos, almendras y panecillos.



El Museo del Prado ha presentado su primera exposición dedicada a una de las pintoras europeas de la Edad  Moderna, la pintora flamenca Clara Peeters, pionera en el arte de los bodegones y una de las escasas mujeres artistas que se dedicó profesionalmente, a pesar de las dificultades y prejuicios de una época.  La escasez de referencias documentales convierte su obra en una fuente de información extraordinaria para descubrir a esta pintora, contemporánea de Jan Brueghel el Viejo, Rubens, Snyders y Van Dyck, formando parte de un período de apogeo en la historia del arte europeo.




Detalle.



Detalle.



La exposición, titulada El arte de Clara Peeters, coorganizada junto al Koninklijk Museeum voor Schone Kunstern Antwerpen (Museo de Bellas Artes de Amberes), donde ya se ha visto, y en colaboración con el Gobierno de Flandes, reúne 15 obras, datadas entre 1611 y 1621, de las 39 conocidas hasta el momento.




Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas.




Bodegón con gavilán, aves, porcelana y conchas.



"No sabemos mucho de ella. Hay muchos datos contradictorios y nadie se ha encargado de perfilar su vida", dice Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte y comisario de la exposición, para quien la pintora trabajaba para un segmento de mercado de mucha alcurnia. No era nada habitual que en este siglo una mujer decidiera lanzarse a la pintura, por lo que Vergara apuesta por una posible influencia familiar. "No lo sabemos a ciencia cierta, pero lo habitual si una mujer pintaba es que fuera de familia aristocrática o de pintores".




Bodegón con frutas y flores.




Mesa con mantel, salero, taza dorada, pastel, jarra, 
plato de porcelana con aceitunas y aves asadas.




Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, 
dulces, panecillos, vino y jarra de peltre



El hecho de pintar bodegones fue su forma particular de hacer frente a las limitaciones que suponía no poder pintar modelos desnudos, normalmente masculinos, a los que las mujeres, por aquel entonces, no tenían acceso. "Estamos ante un género que, si bien en la época se consideraba de menor entidad, desde hace 150 años es de importancia", añade Vergara. Cuando comenzó a trabajarlo, en la primera década del siglo XVII, sólo unas cuantas obras de este tipo formaban parte de las colecciones de los Países Bajos y el realismo se ofrecía como una alternativa al idealismo de la tradición renacentista.




Bodegón con dulces, granada, copa dorada 
y porcelana.



Bodegón con flores, copas doradas, monedas 
y conchas.





Fuentes: RTVE, ABC , Mauritshuis




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