Cogidos en medio de un conflicto que va para largo entre las fuerzas de la OTAN y los talibán, y teniendo un gobierno inepto y corrupto, muchos afganos tienen escasas expectativas de mejorar sus condiciones de vida.
A pesar de los mil millones de dólares en ayuda que se ha mandado desde finales de 2001, así como la presencia masiva de soldados extranjeros, diplomáticos y trabajadores de la ayuda exterior, gran parte de la capital afgana permanece a la expectativa de las mejoras previstas. Esta es una ciudad donde las ruinas y los escombros conviven con la cotidianidad.
Para la mayoría de los afganos pocas son las mejoras que aprecian y mucho lo que se empeora. Cientos de civiles mueren cada año bien por los talibán o por descuido de las fuerzas occidentales. Muchos de los supervivientes tienen heridas físicas y psicológicas a consecuencia de los enfrentamientos, y tienen que recurrir a una asistencia médica casi medieval.
La situación es aún peor en el campo, donde los talibán dominan. La infraestructura es casi inexistente en la mayor parte del país, y la gente se enfrenta con muy poco. En 2010, pasados más de ocho años desde el derrocamiento de los talibán, la mayor parte de Afganistán permanece pegada al pasado.
Fotografías de Franco Pagetti
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