Las Termas Suburbanas de Pompeya acogen a los visitantes por una entrada que lleva al vestuario (apodyterion). Justo allí, adornando el vestuario, están las pinturas que han hecho célebre este monumento en todo el mundo: se trata de un extraordinario conjunto pictórico erótico, realizado probablemente en época neroniana y retocado luego en época vespasiana, que fue sacado a la luz entre 1985 y 1987. "Hombres y mujeres accedían a los locales por la misma entrada: el vestuario era común, elemento no muy corriente. Allí se quitaban las vestimentas y las sandalias y reponían sus pertenencias en las taquillas". Justo encima de los armaritos donde guardaban la ropa durante el baño, hay 16 pequeños frescos cuadrados -cada uno se corresponde con una taquilla- con las escenas eróticas. Se conservan sólo ocho, mientras que quedan rastros del resto.
La función de las pinturas, siguiendo el debate de los estudiosos, desempeñarían un papel puramente ornamental y sobre todo lúdico, para alegrar a la clientela de las termas, y aquella otra que las concibe como una especie de escaparate o catálogo de las prestaciones ofrecidas por los esclavos, tanto hombres como mujeres, que trabajaban en el interior del edificio, que sería una especie de burdel en cuya planta superior se ejercería la prostitución.
Algunos expertos, entre ellos la propia descubridora de las pinturas, Luciana Jacobelli, rechazan que los baños fueran un prostíbulo y que las imágenes, por tanto, tuvieran una función de estímulo sexual o simplemente de muestrario de los servicios que se ofrecían en el interior de las piscinas, y defienden en cambio la idea de que las pinturas tenían un sentido lúdico y decorativo, y que las termas no ofrecían servicios sexuales, basándose, entre otros argumentos, en que no hay en ellas rastro alguno de cubicula, las pequeñas habitaciones usadas habitualmente por las prostitutas para recibir a sus clientes. Según esta visión, las termas serían un lugar honesto y ajeno a la prostitución, y los dibujos, situados sobre los cajones de madera donde se dejaban las ropas, servirían simplemente de recordatorio, y en todo caso subrayarían el gusto romano por las bromas y la ironía de índole sexual y su abierta concepción de la sexualidad.
Desde 2001, pueden verse finalmente en su contexto, restauradas casi a su esplendor original tras años de trabajos, la visita al monumento es impactante también por la extraordinaria belleza del edificio. La visita está reservada exclusivamente a un público adulto. Con ocasión de la Noche de los Museos este fin de semana se ha inaugurado el nuevo camino de luz y sonido ‘Venus en el baño’ como preámbulo al verano.
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