La astrónoma Vera Rubin, cuyas
observaciones fueron fundamentales para confirmar la existencia de materia oscura en el universo, murió el día de Navidad, a los 88 años, en Princeton, Nueva Jersey, EE. UU. En esta imagen tomada en la década de 1970, Vera
Rubin utiliza un motor de medición. Institución Carnegie de Washington
En 1964 inició
su larga colaboración con el astrónomo Kent Ford sobre estudios de velocidades
de galaxias. Sus resultados le llevaron a las mismas conclusiones que ya había
establecido años atrás durante la realización de su tesis doctoral, pero el
ambiente tan poco favorable y competitivo que se generó a su alrededor la
motivaron a cambiar su campo de actividad hacia estudios sobre la estructura de
las galaxias espirales. Estos trabajos culminaron con el estudio sistemático
de curvas de rotación de galaxias de diferentes tipos morfológicos.
En contra de las
expectativas, todas las curvas de rotación eran bastante parecidas y mostraban
un aplanamiento hasta distancias muy lejos del centro, postulándose como única
explicación plausible que hay diez veces más materia que la estrictamente
luminosa. Inmediatamente después de dicho descubrimiento, se dio cuenta que
este resultado apoyaba el trabajo de Zwicky de 1930 sobre la existencia de una
gran cantidad de materia oscura en el universo. Desde 1978, Rubin y su grupo han
analizado más de doscientas galaxias y han mostrado que al menos el 90% de la
materia del universo se halla en forma de materia oscura.
Vera Rubin en 2010. Linda Davidson
Su trabajo le valió la
concesión de casi todos los honores en astronomía salvo el premio Nobel, un
desaire que muchos interpretan como una señal de sesgo de género del Comité
Nobel (sólo dos mujeres han ganado el Nobel de Física, y ninguna en los últimos
50 años).
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