martes, 28 de marzo de 2017

Poemas de Miguel Hernández ilustrados





 

Égloga–nudista, de 'Otros poemas' (1933-1934)

Tu tronco con tu tronco se reveza, palma, salido hoy mismo de su hueso, y no a fuerza de espacio tras espacio. Contra la vertical nuestra cabeza, sus músculos nos dan su fortaleza, y el tacto de la frente adquiere el peso de su movida copa de palacio.
FEDERICO FERNÁNDEZ




Elegía, de 'El rayo que no cesa' (1934-1936)

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.) Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano. Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas.
ANTONIO SANTOS




Umbrío por la pena, de 'El rayo que no cesa' (1934-1936)

Umbrío por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla, donde yo no me hallo no se halla hombre más apenado que ninguno. Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno.
PABLO AULADELL



2017 ha sido declarado Año Miguel Hernández con motivo del 75º aniversario de su fallecimiento. Su obra teatral y, sobre todo, poética, empieza a despuntar a partir de 1933. Participa en las Misiones Pedagógicas de Alejandro Casona; colabora además en importantes revistas poéticas españolas. Entregado a la causa republicana, fue uno de los exponentes de la poesía de compromiso político. Tras la Guerra Civil fue detenido en la frontera con Portugal, encarcelado y condenado a muerte por ser el “poeta del pueblo”, pena que se le conmutó por 30 años de reclusión. Murió de tuberculosis en la prisión de Alicante. Tenía 31 años. La editorial Kalandraka ha editado un volumen con 25 poemas de Miguel Hernández ilustrados por destacados artistas plásticos. Seis de estos poemas ilustrados se han  publicado en el diario El País.





Vientos del pueblo me llevan, de 'Vientos del pueblo' (1936-1937)

Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y me aventan la garganta. Los bueyes doblan la frente, impotentemente mansa, delante de los castigos: los leones la levantan y al mismo tiempo castigan con su clamorosa zarpa.
JAVIER ZABALA




Aceituneros, de 'Viento del pueblo' (1936-1937)

Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos? No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor.
XOSÉ COBAS




Las manos, de 'Viento del pueblo' (1936-1937)

Dos especies de manos se enfrentan en la vida, brotan del corazón, irrumpen por los brazos, saltan, y desembocan sobre la luz herida a golpes, a zarpazos. La mano es la herramienta del alma, su mensaje, y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente. Alzad, moved las manos en un gran oleaje, hombres de mi simiente.
PABLO AMARGO







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