Égloga–nudista,
de 'Otros poemas' (1933-1934)
Tu tronco con tu tronco se
reveza, palma, salido hoy mismo de su hueso, y no a fuerza de espacio tras
espacio. Contra la vertical nuestra cabeza, sus músculos nos dan su fortaleza,
y el tacto de la frente adquiere el peso de su movida copa de palacio.
FEDERICO FERNÁNDEZ
Elegía, de 'El
rayo que no cesa' (1934-1936)
(En Orihuela, su pueblo y el
mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.) Yo
quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano. Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi
dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas.
ANTONIO SANTOS
Umbrío por la
pena, de 'El rayo que no cesa' (1934-1936)
Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla, donde yo no me hallo no se halla hombre
más apenado que ninguno. Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena
mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel, pero
importuno.
PABLO AULADELL
2017 ha sido
declarado Año Miguel Hernández con motivo del 75º aniversario de su
fallecimiento. Su obra teatral y, sobre todo, poética, empieza a despuntar a
partir de 1933. Participa en las Misiones Pedagógicas de Alejandro Casona; colabora además en importantes revistas
poéticas españolas. Entregado a la causa republicana, fue uno de los exponentes
de la poesía de compromiso político. Tras la Guerra Civil fue detenido en la
frontera con Portugal, encarcelado y condenado a muerte por ser el “poeta del
pueblo”, pena que se le conmutó por 30 años de reclusión. Murió de tuberculosis
en la prisión de Alicante. Tenía 31 años. La editorial Kalandraka ha editado un
volumen con 25 poemas de Miguel Hernández ilustrados por destacados artistas plásticos. Seis de estos poemas
ilustrados se han publicado en el diario El País.
Vientos del
pueblo me llevan, de 'Vientos del pueblo' (1936-1937)
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y me aventan la
garganta. Los bueyes doblan la frente, impotentemente mansa, delante de los
castigos: los leones la levantan y al mismo tiempo castigan con su clamorosa
zarpa.
JAVIER ZABALA
Aceituneros, de 'Viento del pueblo' (1936-1937)
Andaluces de Jaén, aceituneros
altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos? No los levantó
la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el
sudor.
XOSÉ COBAS
Las manos, de
'Viento del pueblo' (1936-1937)
Dos especies de manos se
enfrentan en la vida, brotan del corazón, irrumpen por los brazos, saltan, y
desembocan sobre la luz herida a golpes, a zarpazos. La mano es la herramienta
del alma, su mensaje, y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente. Alzad,
moved las manos en un gran oleaje, hombres de mi simiente.
PABLO AMARGO
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