Hace
aproximadamente 99 millones de años, una diminuta rana
juvenil, con una longitud de 2,5 centímetros, en la actual Myanmar quedó
repentinamente atrapada en la resina de un árbol con un escarabajo no
identificado, quizás su próxima comida. En el ámbar son claramente visibles el
cráneo, sus extremidades anteriores, parte de su columna vertebral, una
extremidad trasera parcial y el escarabajo al lado de su extremidad posterior. Los otros fósiles
ambarinos contienen dos extremidades y una huella de una rana que probablemente
se pudrió dentro de la resina.
La rana, de la especie
extinta ahora llamada Electrorana
limoae, es una de los cuatro fósiles que proporcionan la evidencia directa
más temprana de ranas que vivieron en bosques tropicales húmedos y son los
ejemplos conocidos más antiguos de ranas preservadas en ámbar. Los hallazgos y
la descripción de la especie se han publicado en Nature's Scientific Reports.
Las ranas han
existido desde hace al menos 200 millones de años, pero vislumbrar su apogeo temprano
es difícil. A menudo pequeñas y de constitución ligera, no tienden a
conservarse bien. El registro de fósiles de ranas se inclina hacia especies más
robustas de ambientes áridos y estacionales, aunque la mayor parte de la
diversidad de ranas modernas vive en los bosques tropicales.
Los depósitos de
ámbar del norte de Myanmar en el sudeste de Asia proporcionan un registro único
de los ecosistemas forestales antiguos, con evidencia fósil de musgos, plantas
parecidas al bambú, arañas acuáticas y gusanos de terciopelo. El descubrimiento
de Electrorana y los otros fósiles,
las primeras ranas que se recuperan de estos depósitos, contribuyen a la
comprensión de los científicos de las ranas en el período Cretácico, mostrando que han habitado bosques tropicales
húmedos durante al menos 99 millones de años.
Electrorana habitaba un ecosistema tropical
muy parecido
al que habitan las ranas de hoy en día. Ilustración de Damir Martin
Fuente: Florida Museum
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