Los restos fosilizados de una especie recién descubierta de simios antiguos sugieren que podría haber caminado sobre dos pies, millones de años antes de que aparecieran los primeros humanos. Llamado Danuvius guggenmosi, de unos 30 kg, vivió en el sur de Alemania hace 11,6 millones de años, durante el Mioceno, en la franja temporal en la que se estima que los primates y los humanos divergieron. Se conservan 21 fragmentos óseos de cúbito, fémur, tibia, vértebras y algunos huesos de manos y pies con los que los expertos han podido reconstruir su morfología.
El hallazgo se
describe en la revista Nature. Los fósiles del simio muestran
que, aunque tenía unas extremidades superiores que le permitían colgarse de las
ramas, como ocurre en el caso de bonobos y chimpancés, las características de
sus extremidades inferiores y columna sugieren que podría haber sido capaz de
mantenerse erguido. Los autores creen que su anatomía podría servir para
explicar el tipo de locomoción a partir del cual evolucionó el bipedismo de los
homínidos.
Un hueso del dedo gordo (centro)
de un Danuvius, flanqueado
por reconstrucciones de color blanco. Christoph
Jäckle
Los investigadores
creen que Danuvius se movía escalando con las extremidades
extendidas. Esta posición combina adaptaciones útiles tanto para la vida
en el suelo como en los árboles, ya que se habría podido colgar de las ramas
con sus brazos, pero, a diferencia de otros monos arborícolas, también
podía mantener las extremidades posteriores rectas y también utilizarlas para
caminar. Estas adaptaciones esqueléticas muestran que el bipedalismo evolucionó
mucho antes de lo que se pensaba. Aunque el Danuvius no es un homínido
fósil, proporciona un modelo de cómo los humanos pueden haber evolucionado.
Con un tórax ancho, columna
lumbar larga y caderas y rodillas extendidas, como en los bípedos, y
extremidades anteriores alargadas y completamente extendidas, como en todos los
simios (hominoides), Danuvius combina las adaptaciones de
bípedos y simios suspensorios. Recreación
de un 'Danuvius guggenmosi'. Velizar Simeonovski
Fuentes: nature, theguardian
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