Los buceadores
voluntarios del equipo sin fines de lucro de Badewanne han encontrado cerca
de la boca del golfo de Finlandia, en las aguas más orientales del Báltico, a
una profundidad de unos 85 metros, un filibote holandés del siglo
XVII, un velero originalmente diseñado como buque de carga general para el
transporte mercante, casi completamente conservado, mostrando solo daños
menores sufridos por el arrastre pelágico posterior con redes de pesca.
Solo en determinados
lugares del mundo, incluido el mar Báltico, los restos de madera pueden
sobrevivir durante siglos sin ser destruidos por procesos de descomposición
químicos, bioquímicos y biológicos. Debido a la baja salinidad, la
oscuridad absoluta y las temperaturas muy bajas durante todo el año, estos procesos son muy lentos en el Báltico. Quizás lo más importante es que los
organismos que perforan la madera, como el gusano de barco, no pueden vivir en
ese entorno. Incluso en mares templados, todos los restos de madera
desaparecen en décadas, a menos que estén enterrados en sedimentos.
Desde la Edad
Media, el mar Báltico se convirtió en una ruta comercial cada vez más
importante, ya que las armadas de Holanda e Inglaterra necesitaban un sinfín de
suministros de madera, alquitrán y cáñamo, los cuales estaban disponibles en
todo el Báltico. Desde el siglo XIII, la Liga Hanseática controlaba
el comercio, pero durante siglo XVII la marina mercante holandesa obtuvo el
control de este comercio, el cual recibió un impulso significativo después de
que el zar Pedro el Grande fundara su nueva capital, San Petersburgo, en el
estuario del río Neva, en la parte más oriental del golfo.
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