“No basta con ser creyente. Hay
que ser creíble". Casaldáliga asumió con radical coherencia y
compromiso la Opción por los Pobres y ha sido una de las figuras más
destacadas de la Teología de la Liberación. Óscar Bardají
El obispo Pedro Casaldáliga, falleció el sábado a los 92 años. Llamado por sus seguidores
el "obispo del pueblo por su lucha por los derechos de los pueblos
campesinos e indígenas de la Amazonía brasileña, era reconocido en Brasil
(donde vivía desde 1968 como misionero claretiano) por su intensa labor social
y defensa de los más vulnerables.
"Al final del
camino me dirán: ‘¿Has vivido? ¿Has amado?’. Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres...". Así era Pedro Casaldáliga, un
corazón lleno de nombres. Pleno de toda la gente que ha sufrido con él y
que él ha visto sufrir. La gente que ha luchado a su lado para intentar
cambiar un mundo injusto y desigual. Él decía lo que pensaba y lo que hacía no
lo contradecía. "El que no es ético en todo, no es ético en
nada", solía decir. Un compromiso difícil de cumplir para la mayoría
de nosotros. También para él, y más teniendo en cuenta las dificultades
enormes que tuvo que superar a lo largo de su vida. "Fue uno de los
líderes más influyentes de la Iglesia Católica en Brasil y América Latina en
las últimas décadas", lo definió el diario Folha de Sao Paulo.
Fuentes:
elperiodico, ara
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