jueves, 25 de noviembre de 2010

'Adán' y 'Eva' de Durero, esplendorosos


 EFE


Tras dos años de paciente y delicada restauración, el Museo del Prado vuelve a exhibir las obras 'Adán' y 'Eva', que, gracias al trabajo realizado sobre los soportes y las capas pictóricas, han recuperado el esplendor original con que las creó Alberto Durero. la restauración se inicio en  2008, evidenciándose los daños sufridos por las pinturas a causa de las restauraciones que se habían llevado a cabo en los siglos XVIII, XIX y XX. El Proyecto se ha llevado conjuntamente por el Prado, el Metropolitan y la Fundación Getty.

 Durero realizó estas dos obras maestras en 1507, tras su segundo viaje a Venecia. Pertenecieron al emperador Rodolfo II, quien las llevó a su castillo de Praga. Durante el saqueo de la ciudad en 1648 fueron capturadas por los suecos. La Reina Cristina de Suecia no era muy amante de la pintura alemana. Gracias a allo acabaron en España. La Reina se las regaló a Felipe IV. Al ser consideradas unos desnudos pasaron a engrosar las «Bóvedas de Tiziano» del Alcázar (una especia de sala reservada). Tras el incendio del edificio se trasladaron al Palacio del Buen Retiro. Carlos III incluyó las tablas de Durero en una lista con otros cuadros «indecentes» con el fin de que fueran destruidos. Se salvaron gracias a la intercesión de Mengs, pintor del Rey, que reclamó las tablas para que pudieran estudiar con ellas sus discípulos. Estuvieron ocultas en la Academia de Bellas Artes hasta su traslado definitivo al Prado en 1827.



'Adán' antes de su restauración, durante y después. Estas tres imágenes muestran cómo los daños del soporte habían incidido directa y negativamente sobre la capa pictórica provocando las faltas de preparación y de color que, en la imagen final, se aprecian completamente reparadas tras su restauración. MUSEO NACIONAL DEL PRADO.



'Eva' antes, durante y después de la restauración. Resalta el contraste que se distingue en la carnación de Eva, consecuencia de los barnices oxidados, en convivencia con la delicada coloración rosa nacarada de la figura. Se observa también el contraste en el suelo, de un tono más transparente plateado. Se aprecian asimismo los huecos de los tornillos que fueron introducidos a través de la superficie pictórica rompiendo literalmente la capa de preparación y la superficie pictórica. MUSEO NACIONAL DEL PRADO.



Fuentes: El País, El  Mundo, ABC
 

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