Sólo frente a la inmensidad helada del lago Baikal y de las colinas nevadas que lo rodean, este jinete bouriate (una etnia siberiana próxima a los mongoles) parece pertenecer a un cuadro onírico de Géricault o a un dibujo fantástico de Moebius. Una imagen fuera del tiempo, muy alejada del mundo moderno. Allí, a escasos kilómetros de la isla de Olkhon, lugar habitado por los terribles espíritus del lago y donde sus antepasados chamanes se reunían para llevar a cabo los ritos de la religión animista, muy difundida en Siberia entre los pueblos de origen mongol. Bajo los cascos de su caballo, el lago tiene una profundidad máxima de 1.637 metros.
Foto de Laurent Masurel
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