El poeta gaditano Carlos Edmundo de Ory (Cádiz, 1923), que se definió a sí mismo como "solipsista, apátrida y rabiosamente hereje", falleció ayer de madrugada en su casa de Thezy-Glimont, cerca de Amiens.
En 1945 fundó el Postismo, un movimiento postsurrealista, junto al pintor Eduardo Chinarro y el italiano Silvano Sernesi. Entre los numerosos libros de poesía figuran 'Aerolitos' (1962), 'Los sonetos' (1963), 'Poesía 1945-1969', 'Técnica y llanto' (1971), 'Poesía abierta' (1974), 'Metanoia' (1978), 'La flauta prohibida' (1979) y 'Nuevos aerolitos' (1994).
Cuando hizo entrega de su legado personal en la Caja de las Letras, guardada en el Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, directora del mismo, destacó que era "uno de los poetas malditos más relevantes del siglo XX y de los inicios del XXI". De Ory, en dicho acto, dijo que “el dueño de su poesía es el Universo, al igual que de los árboles. Igual que el árbol da manzanas, yo doy poesía, es mi fruto". Era hijo del poeta modernista Eduardo de Ory. También destacó como narrador.
EN UN CAFÉ
He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste más triste que un tintero
Triste no soy o si lo soy no sé
la maldita razón porque no quiero
He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste más triste que un tintero
Triste no soy o si lo soy no sé
la maldita razón porque no quiero
He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste en las calles de mi raza
He vuelto a estar más triste que un quinqué
más triste que una taza
a estar triste en las calles de mi raza
He vuelto a estar más triste que un quinqué
más triste que una taza
Estoy sentado ahora en un café
y mi alma late late
de sed de no sé qué
tal vez de chocolate
y mi alma late late
de sed de no sé qué
tal vez de chocolate
No quiero esta tristeza medular
que nos da un golpe traidor en una tarde
Pide cerveza y basta de pensar
El cerebro está oscuro cuando arde.
que nos da un golpe traidor en una tarde
Pide cerveza y basta de pensar
El cerebro está oscuro cuando arde.
HIPÉRBOLE DEL AMOROSO
Te amo tanto que duermo con los ojos abiertos.
Te amo tanto que hablo con los árboles.
Te amo tanto que como ruiseñores.
Te amo tanto que lloro joyas de oro.
Te amo tanto que mi alma tiene trenzas.
Te amo tanto que me olvido del mar.
Te amo tanto que las arañas me sonríen.
Te amo tanto que soy una jirafa.
Te amo tanto que a Dios telefoneo.
Te amo tanto que acabo de nacer.
Te amo tanto que duermo con los ojos abiertos.
Te amo tanto que hablo con los árboles.
Te amo tanto que como ruiseñores.
Te amo tanto que lloro joyas de oro.
Te amo tanto que mi alma tiene trenzas.
Te amo tanto que me olvido del mar.
Te amo tanto que las arañas me sonríen.
Te amo tanto que soy una jirafa.
Te amo tanto que a Dios telefoneo.
Te amo tanto que acabo de nacer.
Foto de Carlos Barajas
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