viernes, 11 de febrero de 2011

Detroit en ruinas

Teatro United Artists.



 Cuna del automóvil y prototipo del sueño americano en los años cincuenta. Hoy, el abandono, el paro y la violencia reinan aquí. El sueño se ha transformado en pesadilla. La que fuera cuarta ciudad más grande de EE UU parece detenida, convertida en impotente espectadora de su decadencia, en la que las huellas de la grandeza de su pasado están presentes en cada esquina, ajadas y moribundas. Cientos de edificios abandonados se alinean como trágica prueba del sueño americano que se convirtió en pesadilla.




Iglesia metoodista del Este.



Iglesia presbiteriana en la Avenida de Woodward.



Tribunal, edificio Farwell.



El ascenso de la ciudad lo inició Henry Ford, que en 1913  montó la primera cadena de montaje de automóviles. Luego le siguieron Chrysler y General Motors. En el momento de esplendor allí se construían cuatro de cada cinco coches que se hacían en el mundo. La prosperidad también trajo el conflicto racial. En 1967 los disturbios de Detroit fueron los más violentos de la historia de EE.UU, que dejaron un saldo de 43 muertos. La tensión de los años 60 coincidió con el tiempo de máximo esplendor  musical, cuando Detroit era la capital de la música  popular americana, cuna del sonido motown, y del tecno en los ochenta.




Biblioteca pública del Este.



Biblioteca púbica St. Christopher House.



Oficina de la comisaría de policía de Highland Park.



El colapso de la industria del cohe comenzó en los años 1950, y la crisis llegó en las décadas de los sesenta y setenta, principalmente por la demanda de coches importados más baratos, fabricados sobre todo en Japón y la subida del petróleo. Hoy, el paro se ha situado en el 28 %, debido al paulatino desmantelamiento del tejido industrial; la población sufre un desarraigo cercano al 50 % . Por desaparecer han desaparecido las tiendas y los supermecados.
  



 Aula de biología en la escuela de George W. Ferris, en el barrio residencial Highland Park.



Gabinete de dentista, torre de Broderick.



Vista de la avenida Woodward, desde la torre Broderick.



Los fotógrafos Yves Marchand y Romain Meffre han capturado con sus cámaras la desolación de los interiores de los edificios públicos y privados  que cuentan la historia de la ciudad, desde teatros, iglesias, comisarías, consultas, salas de baile, hoteles, escuelas, bibliotecas públicas… hasta la gran estación Central de Michigan. Edificios vacíos que se conservan casi intactos con sus accesorios originales.




Sala de baile del hotel Lee Plaza.



Teatro Michigan.



La sala de baile Vanity, con sus arañas de  art decó. Duke Ellington y Tommy Dorsey actuaron aquí.



Detroit puede prosperar otra vez, pero implica una considerable voluntad política y una enorme reinversión económica. Las fotografías son la crónica de una ciudad que llegó a ser el centro del capitalismo mundial y su asombrosa caída en la ruina. Un lugar donde los límites entre el sueño americano y la pesadilla de la pérdida, entre prosperidad y pobreza, entre lo permanente y lo efímero, son poderosa y dolorosamente visibles.




 Estación Central de Michigan.



Sala de espera de la estación Central de Michigan.







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