miércoles, 31 de octubre de 2012

La Capilla Sixtina, cinco siglos de luz




La bóveda —escribe Giorgio Vasari— se convertirá en el candil destinado a iluminar la historia de los estilos para muchas de las próximas generaciones de artistas. A lo largo de sus cinco siglos de edad, la sala ha pasado por varias restauraciones. La última terminó en 1994.


Aquel 31 de octubre de 1512, cuando Julio II inauguraba con la liturgia de Vísperas la bóveda concluida por Miguel Ángel, después de un esfuerzo enorme que duró cuatro años (1508-1512), el Papa no podía imaginar que aquel fresco de más de mil metros sería la meta irrenunciable del así llamado turismo cultural. Al menos diez mil personas entran cada día en la CapillaSixtina, con picos de veinte mil en los períodos de máxima afluencia turística.






Ciertamente, hoy cinco millones de visitas al año en la Capilla Sixtina hacen que el problema sea arduo. La presión antrópica con el polvo inducido, la humedad que los cuerpos llevan consigo, el anhídrido carbónico producido por la transpiración, comporta incomodidad para los visitadores y, a largo plazo, posibles daños para las pinturas. Sin embargo, parece ser que no se va a restringir el acceso de las personas para preservar el ingente patrimonio artístico que alberga, sino que se pondrían los más avanzados medios tecnológicos capaces de garantizar la eliminación del polvo y la contaminación, el recambio rápido y eficaz del aire, el control de la temperatura y de la humedad, que aplicados correctamente permitirían conservar en las mejores condiciones y por el mayor tiempo posible, el Miguel Ángel que la historia nos ha dado.



 Antes del cónclave de abril de 2005 del que salió elegido Papa Joseph Ratzinger. AP



“El tiempo en que solo los duques rusos o los señores ingleses, o expertos como Bernard Berenson podían acceder a las obras maestras del arte ya se acabó definitivamente. Esta es la época del turismo de los grandes números, millones de personas quieren disfrutar de la cultura histórica. Además, la Sixtina no es solo un lugar artístico: es una capilla consagrada, un manual de teología”, escribre el director de los Museos Vaticanos, Paolucci, en el Osservatore Romano.



 Corbis




No hay comentarios:

Publicar un comentario