martes, 28 de mayo de 2013

Migrantes en el norte de Yemen. El sueño truncado




 “Haradh es un final de trayecto para muchos migrantes”, explica Tarek Daher, coordinador general de MSF en el país. Incontables migrantes atraviesan la ciudad en su camino hacia Arabia Saudí, cuya frontera está a unos seis kilómetros. Allí se encuentran los que seguirán intentando entrar al país vecino, con los que ya han abandonado la idea y buscan la manera de volver a casa. Anna Surinyach / MSF
 





Se estima que hay unos 3.000 migrantes en Haradh, pero es imposible cuantificar esta realidad. La gran mayoría provienen de Etiopía, son varones y jóvenes. Parten desde el Cuerno de África con la esperanza de llegar a los países más ricos del golfo Pérsico y trabajar. Pero desde que empiezan el viaje, incluso antes de llegar a Yemen, están a merced de los traficantes que controlan la ruta. Anna Surinyach / MSF





 Yemen se encuentra en una de las principales rutas migratorias para las personas que abandonan el Cuerno de África con la intención de llegar a los estados del golfo Pérsico. Muchos de los migrantes huyen de la pobreza extrema y el desempleo en Etiopía y tratan de entrar en Arabia Saudí a través de Haradh, en el norte del país. A menudo, el viaje termina cuando caen en manos de traficantes, que utilizan la tortura y el maltrato psicológico como medio para ganar dinero. Desde el 7 de abril, las autoridades yemeníes han liberado a 1.620 migrantes que estaban retenidos por traficantes en granjas –algunos de ellos desde hace meses– en esta región.




 
Hindia y sus hijos llevan tres meses en Haradh, a la espera de su repatriación a Etiopía. “Quiero volver a mi país”, repite una y otra vez: “No puedo estar más tiempo aquí”. De momento, todavía no saben cuándo será la vuelta pero esperan que no tarde mucho. Anna Surinyach / MSF









“Si los migrantes tienen suficientes medios para pagar a los traficantes, entonces tienen una posibilidad de cruzar la frontera con Arabia Saudí”, explica Tarek. La violencia es una constante en la ruta. “En el hospital de Al-Mazraq donde estamos trabajando, tratamos ocasionalmente a migrantes con heridas por disparos de las patrullas fronterizas de Arabia Saudí”, concluye. Anna Surinyach / MSF




“Estamos haciendo frente a una emergencia dentro de una situación crónica, y estamos muy preocupados por el futuro de miles de migrantes que se encuentran atrapados en Yemen, en general, y Haradh, en particular, con una asistencia muy limitada”, explica Tarek Daher, coordinador general de MSF en Yemen . “Están exhaustos después de tantos intentos de cruzar la frontera y, sin recursos, la mayoría se convierten en mendigos en Haradh. Tratan de sobrevivir, y viven sin ningún tipo de refugio o sistema de saneamiento digno o comidas regulares”.




Dentro del campo, están los migrantes más vulnerables que han tomado la decisión de volver a su país y esperan ser repatriados. Principalmente, se trata de mujeres, niños, personas mayores y heridos. Dentro del campo, se les proporciona abrigo, comida y atención médica.
 Anna Surinyach / MSF


 


Junto con las autoridades y algunas organizaciones no gubernamentales, MSF está ampliando su intervención con el fin de mejorar las condiciones de vida de los migrantes atrapados en Haradh y mejorar el acceso a la atención sanitaria de aquellos que han sido liberados o están en tránsito esperando la repatriación.


 

 




 Migrantes en el centro de detención de Saná, Yemen. Ramón Pereiro / MSF









 
  
Migrantes en el centro de detención de Saná, Yemen. Según varias fuentes, se calcula que aproximadamente 110.000 migrantes pasaron por el país a lo largo de 2012. “Las cifras son simples especulaciones. Es imposible saber cuántas personas han conseguido entrar en Arabia Saudí y trabajar allí, cuántas han muerto y cuántas hay en el país”, concluye Tarek. Ramón Pereiro / MSF






 “Muchos de ellos están física y mentalmente agotados, y sufren trauma psicológico grave debido a las condiciones y al terrible trato que experimentaron durante su retención”, afirma Ángels Mairal, psicóloga de MSF en Haradh. La mayoría de los migrantes que han recibido apoyo psicológico por parte MSF dijeron haber sido víctimas de la tortura.




 

 Ahmed es etíope, tiene 18 años, y desde hace un mes vive en las afueras del campo de migrantes que la Organización Internacional de las Migraciones (IOM) gestiona en Haradh. “No tenemos comida, no tenemos agua y hay traficantes”, explica. Anna Surinyach / MSF






 
Salió de Etiopia con la esperanza de encontrar una vida mejor pero el camino hasta Haradh ha sido una pesadilla. Fue secuestrado por traficantes nada más cruzar la frontera de Yibuti. Le pegaron hasta que dio el teléfono de su familia y pagaron su rescate: alrededor de 200 euros. Estuvo 13 días retenido. La terrible historia todavía se repite dos veces más en Yemen. En total pasó 45 días más secuestrado y su familia tuvo que pagar alrededor de 1.200 euros. Anna Surinyach / MSF



 

Al hablar sobre el futuro, Ahmed duda. Unas veces dice que quiere quedarse en Haradh e intentar conseguir el dinero para volver a casa. Otras, sueña con cruzar la frontera, entrar en Arabia Saudí y ganarse allí la vida. Pero al pensar en retomar el camino, vuelve el miedo a los traficantes que controlan la ruta. Anna Surinyach / MSF





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