La diferencia entre la
vida y la muerte pudo ser expresada simbólicamente mediante los ojos
abiertos o cerrados. Estos elementos implican un cambio importante en el mundo
espiritual de los primeros agricultores, en contraste con las creencias de los
últimos cazadores-recolectores, concluye el estudio. CSIC
En 2010 fue
hallada una varilla de hueso con dos caras grabadas, fechada
alrededor del año 8200 antes de nuestra era, en el yacimiento arqueológico de
Tell Qarassa (Siria). En este objeto, de 51 milímetros de largo, 17 de
ancho y 7 de grosor, aparecen representados dos rostros con la frente
amplia, los arcos superciliares marcados, los ojos cerrados, la nariz
recta, la boca cerrada y la barbilla curva. Fueron grabados en relieve,
probablemente en un hueso de un uro euroasiático que
posteriormente fue truncado en sus dos extremos, por lo que debió ser más largo
y pudo contener más caras.
En el artículo
publicado en la revista Antiquity se explica que "este pequeño objeto de hueso
procedente de un estrato funerario se puede relacionar con la estatuaria
monumental del mismo período en el sur y el sureste de la Anatolia oriental, que probablemente
representaba a poderosos seres sobrenaturales. También podría responder a una
nueva forma de percibir la identidad humana y enfrentarse a la inevitable
muerte. Al representar a los difuntos de forma visual, los vivos y los muertos
se unían los unos a los otros". El estudio es el resultado de un equipo internacional de investigadores liderado
por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
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