Hay muchos objetos celestes
espectaculares, pero las escenas más impactantes nos llegan con el último
aliento de las estrellas de masa media, con el que emiten grandes nubes de gas
a altas temperaturas. Estos estertores forman nebulosas planetarias como NGC
6302, más conocida como la nebulosa del Insecto, o nebulosa Mariposa, que
podemos ver en esta imagen formada por las fotografías tomadas el 27 de julio
de 2009 por el telescopio espacial Hubble.
Esta compleja
estructura se encuentra a unos 3.800 años luz de nuestro planeta, dentro de la
Vía Láctea. Se formó cuando una estrella con una masa cinco veces superior a la
del Sol se transformó en una gigante roja, desprendiéndose de sus capas
externas y volviéndose extremadamente caliente. Su forma tan característica la
convierte en un buen ejemplo de una nebulosa bipolar, en las que el gas puede
escapar más fácilmente de los polos que de la región ecuatorial de la estrella
moribunda, creando una estructura lobular que recuerda a un reloj de arena o,
en este caso, a una gran mariposa cósmica.
El tono rojizo
de los bordes de las alas de la mariposa es producto de la radiación emitida
por el nitrógeno, e indica que esta región se encuentra a una temperatura
relativamente baja. En contraste, las manchas blancas cerca del centro de la
estructura son las emisiones del azufre, que se corresponden con las zonas de
más alta temperatura, en las que las corrientes de gas colisionan en el entorno
de la estrella central.
El gas caliente
expulsado por la estrella colisionó con la materia de su entorno, creando
ondas de choque a través de toda la nebulosa. Un buen ejemplo es la línea
serpenteante bien definida que atraviesa la mancha blanca en la esquina
superior derecha de la imagen. Las otras tonalidades de la nebulosa indican la
presencia de oxígeno, helio e hidrógeno.
Fuente: European Space Agency (ESA)
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