Recreación de Razanandrongobe sakalavae, que significa
"lagarto gigante antecesor de la región de Sakalava" en malgache, devorando
a otro dinosaurio. Este animal fue uno de los más grandes del Cretáceo y del
Jurásico. Se diferencia de los cocodrilos actuales en la forma del cráneo y en sus
potentes extremidades. Fabio Manucci
Conocido
como "Razana", el Razanandrongobe sakalavae pertenece al
suborden de los notosuquios,
unos cocodrilomorfos de patas fuertes y dieta carnívora, de los que se sabe muy
poco y cuya existencia se desconocía hasta ahora en el período Jurásico, cercano
a los baurusúquidos y sebécidos sudamericanos,
que eran depredadores especializados de hábitos terrestres, diferentes de los
cocodrilos actuales por tener un cráneo profundo y poderosas extremidades
erguidas. Pero una nueva investigación publicada en la revista PeerJ, llevada a cabo
por paleontólogos italianos y franceses, describen este linaje del que no había
evidencia fósil.
Los paleontólogos Cristiano Dal
Sasso (izda) y Simone Maganuco (dcha) al lado de las mandíbulas de Razanandrongobe sakalavae en el
Museo de Historia Natural de Milán. Giovanni
Bindellini
Las profundas y
gigantescas mandíbulas estaban armadas con enormes dientes serrados similares a
los del Tiranosaurio rex que, posiblemente, se alimentaba de tejidos duros, como huesos y
tendones. Era un depredador pero también un carroñero. "Al igual que estos
y otros cocodrilos gigantes del Cretácico, 'Razana' podría superar incluso a
los dinosaurios terópodos en la parte superior de la cadena alimentaria",
dice Cristiano Dal Sasso, del Museo de Historia Natural de Milán, director del
estudio.
Reconstrucción artística de la
cabeza del
Razanandrongobe sakalavae. Fabio
Manucci
Comparación entre el tamaño estimado
del R. sakalavae
y un
ser humano. Marco Auditore
“La posición
geográfica de ‘Razana’, durante la época en la que Madagascar se separaba de
otras masas de tierra, sugiere que se produjo un linaje endémico y, al mismo tiempo, representa una evidencia de que los
notosuquios provienen del sur del continente Gondwana”, concluye el coautor Simone
Maganuco.
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