del sarro dental de la mujer. Monica
Tromp
Durante la Edad
Media europea, la capacidad de leer y escribir, así como la de producir
manuscritos era, en gran parte, la ocupación de las instituciones
religiosas. En los monasterios, manuscritos ricamente ilustrados fueron
creados o copiados para los miembros de esas instituciones religiosas y la
nobleza. Algunos de estos manuscritos fueron iluminados con lujosas pinturas
y pigmentos, incluyendo la hoja de oro y el ultramar, un pigmento azul raro y valioso
hecho de piedra de lapislázuli.
Mandíbula
inferior de la mujer medieval. Las partículas de lapislázuli azul se ven debajo
del quinto diente desde la izquierda. El descubrimiento de un pigmento tan
precioso, que se remonta al siglo XI, no tiene precedentes en la boca de una
mujer. Los investigadores creen que la mujer lamería repetidamente el pincel para
afinarlo, una técnica recomendada por muchos manuales de artistas
medievales, lo que habría dejado las partículas azules en la boca. Christina
Warinner
En un estudio
publicado en Science Advances, un equipo de investigación
internacional liderado por el Instituto Max Planck para la Historia de la Humanidad, de Jena, Alemania, y la Universidad de York, arroja nueva luz
sobre el papel de las mujeres en la creación de este tipo de imágenes
manuscritas con un sorprendente descubrimiento. El equipo identificó los
pigmentos de lapislázuli en el sarro dental de una mujer que fue enterrada en el
cementerio de un pequeño convento de monjas en Dalheim, Alemania, alrededor del
año 1000-1200. Esto sugiere que ella participó como ilustradora en la
creación de valiosos textos religiosos iluminados.
Un puñado de
manuscritos firmados y otros registros históricos muestran que las mujeres,
especialmente las que vivieron en comunidades religiosas, participaron en la
copia y creación de libros. Pero cuando esta mujer vivió, muchas escribas
no firmaron su trabajo, "un símbolo de humildad". Hoy en día,
los manuscritos medievales anónimos se atribuyen con frecuencia a los hombres y
muchas mujeres escribas como esta quedaron fuera de la historia. Pero sus
dientes pueden dar testimonio silencioso de su habilidad.
El azul ultramar de lapislázuli,
así como el oro y la plata, se utilizaron exclusivamente para ilustrar los
manuscritos más lujosos. Solo a los que tenían habilidades sobresalientes
se les encargaba su uso. Hasta el descubrimiento de América, el lapislázuli
solo se encontraba en el actual Afganistán, lo que explica porqué era tan
precioso y difícil de obtener. Un manuscrito iluminado del siglo XIV con un uso
extenso de azul ultramar. Biblioteca Británica
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