Cristo muerto, sin duda la más poderosa y
original de las obras religiosas del pintor Hans Holbein el Joven, fue
realizada entre 1521 y 1522, cuando éste contaba poco más de veinte años. Se
trata de un lienzo alargado de dos metros de largo y solo treinta centímetros
de ancho en el que se representa a Cristo yaciente. Nunca se había representado
la escena con un realismo tan desgarrador. Parece que para lograr tal crudeza
el artista se sirvió como modelo de un cadáver sacado del Rhin.
El 12 de agosto de
1867, camino de Ginebra en compañía de su esposa Anna Grigorievna, Fiódor Mijáilovich Dostoyevski se detuvo en Basilea para hacer una visita al museo
de la ciudad. La visión de uno de los cuadros le dejaría marcado para el resto
de su existencia. Se trataba del 'Cristo muerto', pintado en 1521, por Hans Holbein el Joven.
En aquel momento,
la visión lo dejó abatido. Hoy sabemos que aquella impresión influyó de manera
decisiva en su obra y de manera muy especial en El idiota. El
príncipe Liov Nicolayevich Mischkin, protagonista del relato, es en buena
medida una proyección de su persona, tiene su misma enfermedad, la epilepsia, y
es, como él, un ser humano bondadoso, tierno y soñador, pero acosado por
fantasmas y realidades que le atormentan.
Por boca del
príncipe Mischkin, Dostoyevski relata a lo largo de su novela: “Pero ésta… esta
es una copia de Hans Holbein –dijo el príncipe, que había tenido tiempo de
examinar el cuadro–, y aunque no soy un gran experto, me parece que es una
copia excelente. Este cuadro lo he visto en el extranjero y no puedo olvidarlo.
¡Este cuadro! prorrumpió de pronto el príncipe bajo el influjo de un súbito
pensamiento. ¡Este cuadro! ¡más de uno, al contemplarlo, puede perder la fe!”.
Fuente: hoyesarte
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