Témpanos dispersos de hielo se ven desde el puente de la USCGC Healy el 20 de agosto de 2012 al noroeste de Barrow, Alaska. Guardia Costera de EE.UU.
El pasado 26 de agosto, la superficie de hielo en el Ártico
había descendido 4,10 millones de kilómetros cuadrados, según publicó este
lunes el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo de Estados Unidos (NSIDC). Nadie
duda de que este año se batirá el récord de deshielo registrado el 16 de septiembre de 2007, que coincide
con el patrón previsto por el cambio climático. Los científicos auguran que el
océano quedará sin hielo en verano —no en invierno— en solo unas décadas, con
enormes implicaciones geopolíticas y climáticas: mayor facilidad para transitar
rutas marítimas, acceso a nuevos yacimientos de petróleo y gas, disputa por las
fronteras...
A la izquierda de la extensión de la capa de hielo del Ártico el 18 de septiembre de 1979; a la derecha, el 26 de agosto de 2012. La cruz de color negro indica el Polo norte geográfico. NSIDC
Desde que en 1979 los satélites comenzaron a medir la
extensión del hielo marino, este ha descendido una media del 7,7% cada década. Ola
M. Johannessen, director del Nansen Environmental and Remote Sensing Center en
Noruega, dice que “es el cambio climático. En 2008 publicamos un estudio en el
que correlacionábamos la concentración de CO2 en la atmósfera con la reducción
de hielo en el Ártico”. El CO2 procede principalmente de la quema de
combustibles fósiles, se acumula en la atmósfera y retiene parte del calor que
emite la Tierra. La mayoría de los científicos coincide en que es el principal
vector del cambio climático.
NSIDC/El País
El núcleo de hielo que resiste el verano es conocido como
hielo multianual y puede medir hasta siete metros de espesor. El que se forma y
se deshace cada año es mucho menos espeso. Y cada vez hay más de este y menos
del primero. Al aumentar el deshielo, hay varios factores que aceleran aún más
el proceso. El hielo refleja la mayor parte de la luz que llega, pero al
fundirse deja paso al agua, que absorbe mucho más calor, lo que hace que se funda más
hielo. Su situación es completamente distinta de la de la
Antártida, un continente helado, con altitudes mucho mayores y mucho menos sensible
al calentamiento.
El pasadado 23 de agosto, seis activistas de Greenpeace se
encaramaron a una plataforma petrolífera de la rusa Gazprom en el Ártico para
denunciar el dramático impacto que tendría un vertido. Los países limítrofes ya
no ven hielo y frío en el norte, sino un territorio prometedor. Afp
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