María,
10 años. Cuatro meses antes de que se tomara esta fotografía, los soldados
llegaron a su aldea. En medio de la noche prendieron fuego a su casa. Al día
siguiente, emprende elcamino hasta la frontera de Sudán del Sur, a la que llegó al cabo de tres meses. Había
contraído la malaria y estuvo cinco días sin comer. El bidón de agua fue lo más valioso que trajo consigo.
Magboola, de 20 años, y su familia resistieron los ataques aéreos durante varios meses, pero decidió dejar su pueblo la noche en que los soldados llegaron y abrieron fuego. Con sus tres hijas, caminó durante 12 días ´hasta la frontera de Sudán del Sur. La cosa más importante que fue capaz de llevar es la olla que tiene en esta fotografía. Era lo suficientemente pequeña para poder viajar con ella, pero lo suficientemente grande para poder cocinar sorgo durante su viaje.
En
septiembre de 2011 la guerra llegó a su aldea. Durante cinco meses Shari, que
tiene 75 años y es ciega, y su hijo, Osman, de 40 años, iban de pueblo en pueblo
tratando de encontrar seguridad. A veces, Shari
llegó a tener tanta hambre que comió las hojas del árbol lalof. Algunos
de los vecinos y amigos que los acompañaron en el camino murieron de enfermedad
o de hambre. Llegaron a Jamam en febrero de 2012. La cosa más importante que
Shari fue capaz de llevar con ella es el palo que sostiene. "He tenido
este palo desde que me quedé ciega hace seis años. Sin él y mi hijo estaría
ahora muerta".
En 2011 los habitantes del estado del Nilo Azul deberían haber celebrado ‘consultas públicas’
para determinar su futuro constitucional bien uniéndose a Sudán del Sur o, por el contrario, mantenerse en Sudán, como
parte del Acuerdo General de Paz que puso fin a la guerra civil sudanesa en
2005. Sin embargo, la disputa por el gobierno del estado y la determinación por
parte del gobierno central sudanés de erradicar al Movimiento de LiberaciónPopular de Sudán (SPLM), fueron los detonantes para que estallaran nuevamente los
combates entre una insurgencia renovada y activa y el gobierno de Sudán. Por
ello, las consultas han sido pospuestas indefinidamente.
Varios meses
antes de que esta foto fuera tomada, los repetidos bombardeos obligaron Dowla,
de 22 años, y sus seis hijos a huir de su aldea. El objeto más importante para ella
fue esta balanza de madera colgada sobre sus hombros, con la que se valió para llevar a sus hijos cuando estos se
cansaban durante los 10 días que duró el viaje hasta Sudán del Sur.
Los bombardeos forzaron a Ahmed,
de diez 10 años, y a su
familia a huir de su hogar
siete meses antes de que se tomara esta fotografía. La cosa más importante que se llevó con él fue
Kako, su mono mascota.
Kako y Ahmed hicieron
juntos el viaje de cinco días hasta
la frontera de Sudán del Sur en
la parte trasera de un camión.
Ahmed dice que no puede imaginar la vida sin Kako,
y que lo más difícil fue dejar atrás el burro de su familia.
Ocho meses
antes de que se tomara esta fotografía, Taiba, de 15 años , huyó de su aldea.
Dejó todo, sin nada más que la ropa andrajosa que llevaba, Taiba, su madre y
cinco hermanos se embarcaron en un viaje de dos meses a Sudán del Sur. Estuvo varios
días seguidos sin comer, no llevaba zapatos, ni tenía ningún recipiente para
transportar agua. Sobrevivió gracias a los frutos del bosque y pidiendo comida
y agua. Durante el viaje, sufrió de diarrea y una dolorosa infección de la piel.
Taiba no enseña ningún objeto, las manos
están vacías, tal como inicio el viaje desde su pueblo. Debido al tétanos tiene
el brazo izquierdo inmovilizado desde hace cuatro años. Ella es una de las personas más vulnerables
que buscaron refugio en Jamam.
Esta guerra ha dado lugar a una crisis de refugiados que
huyen de la violencia. Más 105.000 han cruzado la frontera entre el estado del Nilo Azul y Sudán del Sur desde noviembre de 2011. El viaje se hace
generalmente a pie por caminos intransitables a causa de las fuertes lluvias,
pasando por las zonas de conflicto y el
encuentro con desaprensivos. La mayoría huye con lo puesto, con escasas o
ninguna pertenencia a sus espaldas; Algunos llegan enfermos o heridos, muchos
han pasado hambre por el camino y otros, los más débiles, nunca llegaran.
Hasan, que no está seguro de su edad, pero se imagina
a sí mismo como entre 60 y 70 años de edad. La guerra les forzó a él y a su
familia a huir de su hogar. El objeto más importante es la billetera vacía que nos
enseña. A pesar de que ahora es indigente, se alejó de su pueblo con el dinero
suficiente para comprar comida durante el viaje que duró 25 días hastaa la frontera con Sudán del Sur.
Asha
Babur,
de 28 años. En septiembre de 2011 la
guerra llegó a su pueblo. Ella y
su familia soportaron los
bombardeos aéreos durante meses, pero decidieron huir cuando los
tiroteos alcanzaron el pueblo. Las
cosas más importantes que se llevó son las pulseras o kubasha.
"Yo no podía llevarme nada, sólo lo
que llevaba puesto. Todo lo que ahora tengo lo he comprado en Jamam, excepto estas pulseras, que son las únicas cosas
bellas que tengo en
casa".
El
intercambio de
disparos y los bombardeos aéreos obligaron
Howard, de 21 años, con su esposa y sus
seis hijos, a huir de su hogar
hace ya cuatro meses. El objeto
más importante para él es el
largo sable que sostiene, llamado
shefe, que utilizó para defender a su
familia y a su rebaño de 20 vacas durante un
viaje de 20 días hasta el campo
de refugiados de Yusuf Batil.
El fotoperiodista Brian Sokol pidió a varios
refugiados en Sudán del Sur para que posaran y le mostraran el objeto más importante que se llevaron consigo en la
huida. Las imágenes nos cuentan su historia, una gente que perdió todo, pero
con la determinación de seguir adelante.
Las fotografías fueron hechas en los campos
de refugiados de Jamam, Doro y Yusuf Batil, de Maban County, Sudán del Sur.
Noora, que no sabe su edad, se encuentra en el
interior de su refugio improvisado en el campamento de refugiados de Doro, Ella
y sus tres hijos huyeron de su aldea hace tres, cuando la guerra mató a su
marido. El objeto más importante que ella llevó es esta canasta, que le
permitió llevar a su hijo Sabit Idris, de un año, encima de la cabeza durante el
viaje de cuatro días a Sudán del Sur. Sus otros dos hijos, Hanan, de dos años,
y Nguma, de tres, hicieron el viaje a pie. Los niños están desnutridos en la
actualidad, y Noora tiene que salir durante del día a buscar agua para luego
venderla a los refugiados más pudientes.
Omar Belu Garmut no está seguro de su edad, cree
que tiene entre 60 y 70 años. En su pueblo era agricultor y durante varios
meses sufrieron los bombardeos aéreos, pero cuando los soldados llegaron por la
noche y abrieron fuego, decidió que era el momento de huir. Con sus dos esposas
y 16 hijos, caminaron durante 12 días hasta la frontera de Sudán del Sur. Lo
más importante que Omar llevaba es esta hacha que utilizó para cortar leña para
cocinar y poder hacer pequeñas estructuras de madera donde su familia podía
dormir por la noche y, a veces, descansar durante varios días durante su viaje.
Torjam Alamin tiene ochenta y cinco años. Cuando
la guerra llegó a su pueblo, Torjam huyó a la aldea vecina, con la esperanza de
encontrar seguridad. Sin embargo, el conflicto lo siguió hasta allí, así que él
y su familia se fueron durante la noche. Las cosas más importantes para Torjam fueron
estas dos botellas de plástico. En una, llevaba el agua potable; en la otra, el
aceite para cocinar. "Todo lo que podía llevar era esto, y un hacha. No
podíamos llevar mucho más, e incluso
tuvo que dejar algunos otros ancianos atrás”.
Fuente: ACNUR, la Agencia de la ONU para los
Refugiados
Fotos: Flickr (The most important thing)
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