La relación con
la naturaleza siempre ha desempeñado un papel importante en el trabajo
fotográfico de Beth Moon. Para
el proyecto Diamonds Night, retrata poderosos y excéntricos baobabs (Adansonia) y árboles carcaj (Aloe dichotoma) en lugares lejos de la civilización y de la contaminación
lumínica en el hemisferio sur de África, en Botsuana, Namibia y
Sudáfrica. Esta serie fue inspirada por dos estudios científicos que
conectan el crecimiento de los árboles con el movimiento celeste y los ciclos
astrales.
Investigadores
de la Universidad de Edimburgo han demostrado que los árboles crecen más rápido
cuando los niveles altos de radiación cósmica llegan a la superficie terrestre
e influyen en el crecimiento del árbol más aún que la temperatura anual o las precipitaciones.
Otro reconocido investigador, Lawrence
Edwards, constató que los brotes de los árboles cambian de forma y tamaño
rítmicamente en ciclos regulares durante todo el invierno, relacionándolo
directamente con la luna y los planetas. El roble, por ejemplo, parece
cambiar con Marte, el haya con Saturno y el abedul con
Venus. Curiosamente, Edwards también comprobó que las líneas eléctricas
aéreas interrumpen esta influencia planetaria en los árboles bajo el cielo estrellado.
Como explica
David Milarch en su libro El hombre que
plantaba árboles: "Los árboles son colectores solares. La mayoría de
la gente solo lo equipara con la energía del Sol. Pero el Sol es sólo una
estrella y hay miles de millones de estrellas que influyen en la Tierra con su
radiación. Creo que las energías del interior de la Tierra se transmutan y se
transmiten a través de los árboles, por lo que los árboles son como antenas,
emisores y receptores de las energías de la Tierra y de las energías estelares
".
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