viernes, 5 de junio de 2015

Árboles bajo el cielo estrellado
























La relación con la naturaleza siempre ha desempeñado un papel importante en el trabajo fotográfico de  Beth Moon. Para el proyecto Diamonds Night, retrata poderosos y excéntricos baobabs (Adansonia) y árboles carcaj (Aloe dichotoma) en lugares lejos de la civilización y de la contaminación lumínica en el hemisferio sur de África, en Botsuana, Namibia y Sudáfrica. Esta serie fue inspirada por dos estudios científicos que conectan el crecimiento de los árboles con el movimiento celeste y los ciclos astrales.
























Investigadores de la Universidad de Edimburgo han demostrado que los árboles crecen más rápido cuando los niveles altos de radiación cósmica llegan a la superficie terrestre e influyen en el crecimiento del árbol más aún que la temperatura anual o las precipitaciones. Otro reconocido investigador,  Lawrence Edwards, constató que los brotes de los árboles cambian de forma y tamaño rítmicamente en ciclos regulares durante todo el invierno, relacionándolo directamente con la luna y los planetas. El roble, por ejemplo, parece cambiar con Marte, el haya con Saturno y el abedul con Venus. Curiosamente, Edwards también comprobó que las líneas eléctricas aéreas interrumpen esta influencia planetaria en  los árboles bajo el cielo estrellado.
























Como explica David Milarch en su libro El hombre que plantaba árboles: "Los árboles son colectores solares. La mayoría de la gente solo lo equipara con la energía del Sol. Pero el Sol es sólo una estrella y hay miles de millones de estrellas que influyen en la Tierra con su radiación. Creo que las energías del interior de la Tierra se transmutan y se transmiten a través de los árboles, por lo que los árboles son como antenas, emisores y receptores de las energías de la Tierra y de las energías estelares ".






















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