La fotógrafa Gabriela Maj en su libro titulado Almond Garden, investiga las cárceles de mujeres en Afganistán a través de
fotografías y entrevistas recogidas entre 2010-2014 de más de un centenar de
mujeres encarceladas por "crímenes contra la moral" -un término
aplicado a cualquier violación de la ley islámica, la sharia-. Mujeres acusadas
de huir de matrimonios forzados donde sufrieron abusos y vivieron en condiciones de esclavitud
doméstica; en otros casos, culpables de tener relaciones sexuales antes o fuera
del matrimonio (en la ley islámica, es el delito de "zina"), o
bien se trata de mujeres que han sido violadas o forzadas a ejercer la
prostitución. Sin embargo, los
autores de esta violencia permanecen libres y sus víctimas son condenadas, a
veces embarazadas, con pocas esperanzas de un futuro para ellas y sus hijos. Aunque muchas de
ellas sufren de problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad y el
trastorno de estrés postraumático, las prisiones no ofrecen ayuda psicológica.
Según el Observatorio de Derechos Humanos el 95
por ciento de las niñas y el 50 por ciento de las mujeres encarceladas en las
prisiones de Afganistán ha cometido "crímenes contra la moral ". Debido
a la presión internacional, Afganistán ha tomado medidas para abordar la
violencia contra las mujeres; sin embargo, apenas se han aplicado, tienen poco
impacto y están muy contestadas. Uno de los aspectos más difíciles es el hecho
de que, tras su liberación, sin la protección de sus familiares que las
despreció por haber traído la "vergüenza" a sus hogares y
comunidades, a menudo están en un grave peligro de ser asesinadas, a menos que
sean capaces de buscar refugio en un albergue para mujeres o se trasladen a las
grandes ciudades
Fuentes: Feature Shoot, L'Oeil de la Photography
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